Ariel Leyra: un artista integral

Es autor, compositor y actor. Escribió canciones que interpretaron Mercedes Sosa (“Por un solo gesto de amor”), Fabiana Cantilo (“Sin tu amor”), Litto Nebbia (“Cielo de Pessoa”), Claudia Puyó (“La razón y la tempestad”, “Tu geisha”), Celeste Carballo (“Desde siempre”), entre otros. Fue tecladista de Celeste Carballo y Claudia Puyó, entre otros. Como actor, y en teatro, trabajó junto a Nacha Guevara (“Tita una vida en tiempo de tango”, personificando a Hugo Del Carril), junto a Amelia Bence, Agustín Alezzo y Ricardo Halac, entre otros. Editó 4 discos como solista: “Sin tu amor” (1994), “Solicitada” (2000), “Todo Cool” (2005) y “Mundo sin cartel” (2019). 

Hola Ariel ¿cómo estás? ¿Cómo te afectó la Pandemia este tiempo?
— Mirá, yo vivo con mi vieja que tiene 82 años y con mi hija que viene semana por medio. Entonces la vivo tratando de controlar un poco el estrés, porque ella todavía no se vacunó, ya pasó un año de todo esto… Nosotros, gracias a Dios, por ahora venimos tranquilos, pero bueno en lo personal, la Pandemia la vivo muy intensamente: solo moviéndome lo que necesite (por ejemplo, ir a grabar el otro día). Habíamos tocado el 26 de diciembre en Ituzaingó y ahora tenemos otra fecha en marzo. Pero la verdad estoy muy estresado, como creo que estamos todos… El estrés de saber que hay algo invisible, algo que da vueltas. Hay un “monstruo en la laguna”, como decía “el flaco”. Bueno, acá en su casa uno se siente protegido, el tema es cuando salís y volvés después… la cabeza trabaja: pero ¡lo tratamos de llevar adelante!

¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
— Actualmente estoy trabajando en varios proyectos, en varios… me gusta hacerlo, aunque después me vuelva un poco loco… me gusta abrir varias puertas… Primero un disco nuevo, que si Dios quiere se va a llamar “Índigo”, con canciones que empezamos a producir juntos con mi amigo Ernesto Mazoratti desde el año pasado, con músicos amigos… y ahora –de a poquito– va tomando color. Después estoy con un musical sobre la vida de Salvador Dalí, en el cual actúo y compuse los temas y el texto. Se llama “Salvador: una fantasía real”, trabajando sobre eso, y también con un amigo percusionista –Carlos Leiva– estamos trabajando sobre un disco (no te diría de folclore “total”, pero con temas folclóricos: algunas zambas, chamamés…) Toda música original que tenía escrita y nunca había grabado. Y después siempre estudiando y componiendo y dando clases y trabajando (en producciones sobre todo). Es un poco el panorama actual.

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¿Cómo se inició tu camino en la música, y en particular con los teclados y el canto? ¿Quiénes fueron tus profesores?  

— Mirá: yo empecé con un profe de guitarra que venía a darme clases acá en mi casa de Caballito (yo vivía enfrente) a los 10 años. Y empezando a tocar los temas de Sui (Generis), los temas clásicos de “fogón”, hay una guitarra en casa que era de mi tía, que se la había regalado a mi hermano y siempre daba vueltas por la casa. Nadie la había agarrado (se ve que estaba destinada para mí esa guitarra). Después seguí estudiando guitarra unos años con un profe que se llama/llamó Marcelo Matte, el me introdujo un poco en el tema de la viola, las escalas… A los 16 años mi vieja me regaló un Krumar (que era un teclado italiano) y ahí empiezo a tomar unas pocas clases con Santiago Jacob (ya que era caro en ese momento, no llegaba con la “guita”) y después me fui a estudiar con Vivi Gutman Un tiempo más largo (8 o 9 meses). Y ahí Vivi me dice que me convenía que vaya a estudiar con el “Mono” Fontana (que era un fenómeno). Bueno, entonces fui a estudiar con el “Mono” cerca de 2 años. Y un poco con él empezó a dar vueltas toda la cuestión; escuchar Bill Evans, Oscar Peterson, Miles Davis, (Chick) Corea, y todos los monstruos del jazz. Yo siempre digo que el “Mono” me “abrió la cabeza” con esa música tan importante, tan trascendental en la historia de la música. Me hizo conocer nuevas armonías, nuevas melodías… y entré a un mundo hermoso, hermoso. Sigo estudiando, lógicamente, agarro las partituras, toco, siempre estoy en contacto…

¿A quiénes reconocés como referentes o influencias musicales?
— ¿Influencias musicales? Creo que todo lo que he escuchado me influenció… no podría decir que un artista me influenció de una manera. La música infantil que escuché de chico: María Elena Walsh; Gaby, Fofó y Miliki. Había un tema que era “El barquito de cáscara de nuez” que yo lo escuchaba y me “atrapaba” el tema: lo amaba. Pero no entendía nada lo que decía: siempre escuchaba el estribillo y le trataba de dar vueltas; mi cabecita no podía asimilar en ese momento tanta info. Después, con el tiempo, me pareció una letra impresionante: “navegar sin temor en un mar es lo mejor / no hay razón de ponerse a temblar / y si viene negra tempestad y cantar”… ¡era hermosa la canción! Después, a los 10 años, un vecino me trajo de regalo The Game (de Queen), me acuerdo que cuando lo puse lo escuché y “me voló la cabeza”. Lo escuchaba el disco “de arriba abajo”. Me armé una batería acá, me acuerdo que iba a la cocina, traía ollas, me grababa tocando… no sé: ¡me produjo algo impresionante! Después en casa se escuchaba mucha música porque mi viejo laburaba en un boliche y traía muchos discos, mi hermano escuchaba Carpenters y Chicago… muchos grupos: Beatles (lógicamente), pero a los 10 años esa melodía de Freddy (Mercury) con que arranca ese disco: “me voló la cabeza”. Después Serú (Girán) también me voló la cabeza. Me gustó mucho también el disco de (Juan Carlos) BagliettoTiempos difíciles” esa puerta que abría al principio y decía “¿Qué pasa acá?” es una puerta que abría hacia un futuro que después fue. ¡Groso! Tantos músicos y tanta gente grosa. Y todo lo que vino después: “el flaco” (Spinetta), Fito (Páez) lógicamente, Charly (García) lógicamente, (Litto) Nebbia lógicamente, Nito Mestre (a mí me gustaban mucho los temas de Nito) las composiciones de él: “Las aves vuelan”, “Hoy tiré viejas hojas”, “Distinto tiempo”: me parece una obra de arte, para hoy mismo, lo que dice la letra, la música. Oveja Negra me mataba, escuchaba “Peligro de hongo”, ese disco “Porqué cantamos” que hicieron con Celeste, con Baglietto, con Nito… Yo creo que todo. Lógicamente cuando me encontré con Bill Evans, todos esos monstruos que venían más de ese palo del jazz me mataron, me volaron la bocha. Me “volaron la peluca” (la tuve que ir a buscar a Puerto Madero). La verdad, sigo escuchando música, me sigue sorprendiendo… y siempre di vueltas alrededor de eso… me gusta también Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Mercedes Sosa (me “vuela la cabeza”); cada vez que la escucho: me emociona. Es una cosa increíble: la voz grabada de ella… tuve la suerte de conocerla personalmente, pero cuando la escucho me mata, me mata de amor. No escucho cumbia, no escucho reggaetón y eso: no me llega mucho ¿viste?… pero todo lo demás que te conté ¡sí! Es –como decía Facundo Cabral– “¿Cómo podés estar triste? teniendo a Cortázar, a Borges, a Bill Evans…” ¿no?                               

¿Crees que existen diferencias entre la música que vos escuchabas en tus comienzos y la que se hace hoy en día? 
— La música buena se escucha y se escuchará siempre… es como decir que (Pablo) Picasso puede pasar de moda, que (Salvador) Dalí va a pasar de moda o que (Luciano) Pavarotti fue una moda… No: la música de hoy ¡hay tanta música! Hay tantos cantantes y tantos músicos, tantas grabaciones que hay mucho para escuchar… pero hubo un cambio muy grande… un crecimiento de toda la música del reggaetón, de la cumbia, un crecimiento muy grande y valedero, lógicamente, porque representan a una cantidad de gente también. Pero yo creo, del 96, 97, 98 en adelante –como para poner ahí 2 o 3 años de changüí– y empezó a caer un poco el nivel. Hoy hablábamos con otro chico… en 1984 vos prendías la TV el sábado al mediodía y estaba (Juan Alberto) Badía y estaba hasta las 21 hs y durante toda la tarde estaban Charly, Nebbia, bueno: todos los artistas. Hoy prendés y está “Sábado Musicales” que –sin desmerecer–, porque hay que tener en algunos momentos sentido común para discernir entre lo que es bueno, lo que es muy bueno y lo que es excelente. Porque si no (John) Lennon hubiera sido igual a un cantante de cumbia. Hay mucha música hoy: mucha oferta, entonces hay que escuchar, escuchar para poder discernir. Después pasa por los gustos personales, lo que pasa que –hablaba con un psicólogo amigo y me decía que– el cerebro es moldeable también: si vos estás escuchando todo el tiempo: “chiqui- chiqui-chiqui-chiqui”… después el cerebro te pide más: es como una droga (dame más “chiqui-chiqui”). Yo siempre digo ¿Qué pasaría si llevaríamos también la música, la poesía, el arte de los grandes autores, compositores y poetas, a la gente que todavía no sabe quién es “el flaco”, Fito, Charly, Lennon, Los Beatles?… pasaría algo maravilloso. Pero bueno, entiendo que también las letras y las temáticas responden a una forma de vida ¿no? Creo que tuvimos una “época de oro” acá, desde el comienzo de nuestro rock nacional hasta el 98, 99… Después otras bandas que pretendían más de lo que podían: quedaron como en el camino. Pero creo que la música buena y el arte bueno queda For ever.

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¿Tu carrera arranca con “Zona Púrpura”? ¿O Formaste parte de otros grupos antes?

— Yo estaba estudiando con el “Mono” Fontana y me dice “Guille Vadalá está buscando un tecladista para su banda, que es una banda de rock”. Y yo estaba medio “apichonado” y él me dice “¡andá, andá!” Eso fue lo primero.   

En tus comienzos también fuiste tecladista de Celeste Carballo… incluso estrenaste un tema tuyo en uno de sus conciertos, para luego acompañarla con tus teclados junto a… ¡Charly García!…
— Sí, lo de Celeste fue bárbaro. Igual yo venía de haber grabado y tocado antes con Zona Púrpura (el grupo de Guillermo Vadalá). Ella fue muy generosa conmigo, porque me pedía que tocara siempre “Sin tu amor” –le gustaba mucho esa canción– y quería que la toque. A veces estábamos ahí en una sala de ensayo y ella –desde el baño– me decía “¡Tocaaá sin tu amooor!”… y yo tocaba. Y después me permitió presentarlo en Prix D’ami cuando presentó el disco “Chocolate Inglés” (y yo era tecladista de ella). Y fue algo maravilloso porque me presentó –toco “Sin tu amor”– y después dijo “Los sueños se hacen realidad: se cumplió el sueño de tocar con García”. He hicimos “El día que me quierasCeleste, Charly y yo –ahí– arriba del escenario. Han sido gente muy generosa conmigo. Y lo lindo es que fue todo producto de las canciones y del trabajo. Pero fue una experiencia muy linda con Celeste, muy lindas giras hemos hecho… tocando… ¡muy bueno todo!  

Cómo llegás a tu disco debut “Sin tu amor” de 1994? ¿Qué recuerdos tenés de ese disco y esa época inicial? Incluso Fabiana Cantilo incluye un tema de ese álbum en uno suyo ¿no?
— El mismo año que empiezo a tocar con Celeste, Tweety González le muestra un tema (“Sin tu amor”) a Fabiana Cantilo y ella lo graba ¿viste? Pasó todo junto en esos años: en el 92 con Zona Púrpura, en el 93 comienzo a tocar con Celeste (me graba el tema Fabi) y después en el 94 sale “Sin tu amor” (que fue mi primer disco solista). Fue complicado porque “le dieron con un palo” al disco (pensando que yo era un invento pago por la compañía que yo venía a imitar a Fito Páez). Aparte tocaba Vadalá y la gente a veces ¿viste? –como decía (Guillermo) Vilas– “Cada uno atiende el nivel que comprende”. Decían: “este es un invento, porque canta igual a Fito…pi-ri-pi-pí…”. Bueno, el tiempo se encargó de demostrar que no era así ¿no? Pero hubo muchos periodistas y gente como “obsesionada” conmigo ¿viste? Con querer destruir a un pibe que venía “remándola”… pero bueno: no pudieron ¡No pudieron! Porque yo digo que a mucha gente en ese momento la superé ampliamente desde lo artístico por todas las cosas que pasaron después: vino Mercedes Sosa (que en el 94 me graba un tema), entonces todo lo que habían dicho tuvieron que callarse un poco ¿viste?           

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Otro momento mágico fue cuando “La Negra” Mercedes Sosa te invita a cantar un tema tuyo…
— Sí, Mercedes me invita a cantar el tema mío que grabó: pero antes lo graba. Un día me llama a casa, me dice que estaba escuchando 3 o 4 temas que le había pasado yo… le gustaba uno. Y otro día me llama –e estaba en el estudio de (Alejandro) Lerner– si quería ir a escucharlo a ver cómo había quedado. Y, ¡nada! ¡Mercedes: inmensa! ¡No lo podía creer! ¡No podía creer estar en el estudio con ella! Después me invitó a cantar a Mar del Plata al Festival Internacional de la canción y también me invitó a cantar al Teatro Monumental de Chile. Fui ahí también a cantar el tema “Por un solo gesto de amor” (el tema mío que había grabado ella). ¡Que decirte de Mercedes que no se haya dicho! Si vos hoy ponés los discos y –por lo menos a mí– me pone «la piel de gallina”. ¡Fue una experiencia maravillosa! En Chile: el día del show, a la mañana nos invitó a la casa de Pablo Neruda en un tour; y después nos invitó a la Peña de Violeta Parra donde Violeta hacía las “juntadas” (las “peñas”, bah). ¡Mercedes: inmensa! Yo guardo un cariño siempre muy grande por ella, y cada vez que escucho su voz me emociono mucho…

¿Cómo siguió tu carrera hasta la actualidad?
— Después del disco solista “Sin Tu amor”, en el 96 entro a grabar a (Estudios) ION el segundo disco, grabamos 14 temas. Pero no terminábamos de encontrarle el sonido, la vuelta… para mí estaba bárbaro el disco. Apareció ahí Jorge Álvarez y me fui a Miami a terminar de grabar voces (y otras grabaciones con otros músicos ¿viste?). Volví y ese disco no salía, no salía… y en el 2000 parte de ese disco salió: es el disco que se llama “Solicitada”. Después seguí tocando… porque salí del circuito “comercial” –digamos– pero nunca dejé de tocar, de componer, de producir música. Y en el 2006 edito el tercer álbum que se llama “Todo Cool”. Paralelamente a eso había empezado a estudiar teatro con Agustín Alezzo. Alezzo un día me dice que venía Vittorio Gassman a la Argentina y estaba buscando alumnos de teatro: así que estuve ahí con Gassman. Y después un montón de cosas lindas también en teatro en esa época… trabajar con Amelia Bence… trabajar en la obra “Alfonsina…” con Amelia, ella con 98 años ¡una experiencia tremenda! Después llegó Nacha Guevara y aunque me recomendaron tuve que audicionar como cualquier “hijo de vecino” preparé tres días de Hugo del Carril y tuve la suerte de quedar. Había trabajado mucho esos días, con todas las herramientas que un actor tiene para poder componer un personaje. Y quedé: hicimos con doscientas y pico de funciones. Estuvimos 6 meses en cartel con “Tita: una vida en tiempo de tango”. Y después: obras con Agustín Alezzo como productor, como director y toda una parte de teatro –que amo también– y que me acercó: me “bajó a la tierra”, me acercó a la gente, me ayudó a pensar. A escuchar. Alezzo me enseñó a escuchar. A escuchar al otro involucrándome ¿no? Aunque sea mínimamente pero involucrándome en lo que el otro me decía. Y así fui aprendiendo a escuchar mejor ¿viste? Yo era una persona muy tímida de chico (no podía ni hablar por teléfono): estaba medio retraído. Y bueno, el teatro me hizo muy bien. Y después en el año 2019 –hace dos años– editamos el cuarto disco mío que se llama “Mundo sin cartel” con invitados como “Claudita” (Claudia) Puyó, Fabián Gallardo, Miguel Ángel Erausquin (de Pastoral), el maestro Aníbal Forcada, y después los músicos: Alejandro Sabino, Juan Pablo Maicas, Lucho Miloco, Alzarugui, Andrés Dulcet, Alfredo Ridolfo, Mati Viali. Y ahora trabajando –como te decía antes– en lo que sería –si Dios quiere– el quinto disco: Índigo. Y sobre el musical de “Salvador: una fantasía real” calculo que va a ser un año de trabajo, de estar guardado escribiendo y produciendo cosas para –si en algún momento abre todo esto y tenemos la suerte de estar vivos– salir otra vez un poco “al ruedo” ¿no?                      

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¿Puede ser que por ahí algún sector del periodismo no te trató como te merecías?

— ¡Sí! Hubo sectores del periodismo que me bardearon y ningunearon mal: (Mario) Pergolini, Martín Pérez –de Página 12–, etc. Un montón de gente que pensaba que yo era un “invento” porque la compañía había puesto plata en mí porque creían y habían puesto dinero para promocionarme. Pero bueno… hicieron mucho daño… pero ¡lo superé ampliamente! Los superé ampliamente a ellos (a Pergolini sobre todo)… porque lo superé ya en ese momento: cuando el bardeaba mi disco, La “negra” Sosa me grababa un tema y mi disco… ¡es un discazo! Así que… pobre: ¡se equivocó mucho! Al igual que Martín Pérez (de Página 12) dedicándome una nota poniendo “Verano del 94”… mucho ninguneo barato (de gente barata).

Según tu criterio ¿Qué características debe tener un buen músico?
— Hay muchos buenos músicos (partiendo de esa base). Ahora el rótulo de “artista” no es para cualquiera. Porque está el guitarrista –por poner un ejemplo– que toca muy bien, rápido, buenos solos… pero viene uno que te toca 3 notas y vos te quedaste con ese, porque esas 3 notas te atravesaron el alma ¿viste? Y hay cosas que no se aprenden tampoco en realidad: es verdad que uno puede estudiar, mejorar, perfeccionarse. Por ejemplo, en mi caso, yo componía antes de ir a estudiar con el “Mono” (Fontana) ¿viste? Y eso no quitaba que yo pueda estudiar jazz (yo sabía que no iba a poder ser un pianista de jazz) pero me gustaba conocer la música: como armaba Bill Evans… entonces el buen músico traspasa el nivel “catedrático”, digamos. Es algo que viene con uno (que vaya a saber uno lo que tiene que ver eso). Un buen músico tiene que tener ¡la pasión (por lo que hacer)! Un buen músico tiene la paciencia para quedarse 8, 9, 10 horas tocando… o 5 o 6 y después para, vuelve a tocar… arma, produce: es la pasión (que es propia de cada uno). Es la pasión lo que mueve. Creo que se necesita para ser un buen músico, o futbolista… esa pasión, ese “fuego sagrado” que te mueva ¿viste?

¿También sos actor y director teatral no?
— Sí, como te decía antes, soy actor también. Hice la escuela con Agustín Alezzo 4 años, hice 3 años seminario y después lo que te decía antes ¿no?: laburar con Alezzo, Amelia Bense, Vittorio Gassman, haber hecho la experiencia con Nacha Guevara… ¡me enriqueció mucho! Haber trabajado con Lizardo Laphitz también (¡un maestro tremendo!) La actuación es algo que me encanta, me gusta mucho (y me hace bien, aparte). Lamentablemente ahora no estoy haciendo nada, sí preparando cosas en casa pero no de obras ¿no? La última obra en teatro que hice fue “Barrera baja” de Ricardo Halac con dirección de Lizardo Laphitz: una obra muy, muy buena (la última obra de Halac). Así que ¡nada! todo el conocimiento adquirido con estos maestros… ¡Amo el teatro!        

¿Cuáles son tus planes a futuro?
— Mirá ¿”planes a futuro”? El futuro es algo que no existe en realidad ¿viste? Uno sí va trabajando, preparándose –en la medida que puede– para futuros proyectos pero… el futuro es hoy ¿no? Es este segundo… el tiempo es implacable… el pensar tanto en el futuro genera una ansiedad… ¡Ojo! Yo también pienso en el futuro (no tanto en mi futuro) que sin querer al estar grabando, haciendo cosas nuevas: estoy pensando… como puede pensar un nene más chiquito: el futuro no lo sabe, digamos. Quizás piense más en el futuro de mis hijos, de mi vieja, en el futuro de ellos (que estén bien). En la muerte, lógicamente. Creo que (Jorge Luis) Borges decía algo así como “le temo al futuro porque en él está la muerte”, así que esa frase… sí, sí, pensar en el futuro es… raro, pero uno piensa, piensa. Piensa sobre todo que sus hijos estén bien, sus amigos estén bien, el prójimo esté bien ¿viste? Yo te digo que a veces salgo a la calle y miro para un lado… y el señor que está con la mano pidiendo, y el otro que está tirado, y el otro que está desnudo y digo «¡Uuy!» Digo: «¿qué pasa? ¿viste? ¿Por qué tendrá que ser así?: ¡tan cruel! ¡tan cruel la cuestión!» No lo puedo comprender eso… ¿por qué no supimos escuchar a John Lennon, por ejemplo, con todo lo que decía en sus canciones? Yo considero que mi música tiene una ideología: mis músicas, mis letras, mis canciones. Pero a veces digo: “no lo escucharon a John Lennon… ¿me van a escuchar a mí?” Pero trato de aportar mi “granito de arena” ¿viste?

¿Hay alguna anécdota que recuerdes y quieran compartir con los lectores?
— Anécdotas uno siempre tiene… del tiempo, de la vida y de cosas… no tengo una en particular. Te podría contar el viaje con Mercedes (Sosa) a Chile y en la casa de (Pablo) Neruda en un tour que hicimos (con poquitos). En un momento se hace un silencio y ella –frente al Premio Nobel en una vitrina emocionándose– diciendo “¿Qué te hicieron, Pablo?” (medio que se le llenaban los ojos de lágrimas). Fue una experiencia muy enriquecedora para mí: yo con 24 años miraba todo y no entendía nada. Y con el tiempo entendí que ese tipo de artistas tienen un grado de comunicación muy grande (yo diría “infinito”)    
Y anécdotas de risa, también. El rock tiene esa libertad tan linda ¿no?

¿Cómo puede hacer la gente para escucharte y saber más de vos?
— Por las Redes Sociales se pueden contactar en Facebook, en Twitter y en Instagram @arielleyra2019 y buscando en Google aparece mucho material de casi todo lo que hay.

Por último ¿Qué te gustaría decirles a los lectores de nuestra revista?
— Les mando un abrazo grande a todos los lectores y con el mayor deseo que pase pronto esta pandemia, que podamos volver a retomar –de alguna manera– nuestras vidas y que podamos haber aprendido algo de esto: para ser un poquito mejores. Un beso grande ¡Gracias!

Y vos ¿conocías a Ariel? Queremos conocer tu opinión.

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Un comentario en «Ariel Leyra: un artista integral»

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