Que sigan teniendo una hermosa vida

Foto (PH): Say Caladrino | @sandracalandrinofotos

El Sui Generis Fans Club vibró en una noche memorable, donde clásicos inmortales de Charly García cobraron nueva vida. Un encuentro intergeneracional lleno de emoción, virtuosismo y el espíritu inquebrantable del rock argentino.

El Sui Generis Fans Club@suigenerisfansclub_oficial  lo hizo de nuevo, ¡y cada vez mejor! Con cada encuentro, la organización se perfecciona, permitiendo que la música y la pasión fluyan sin obstáculos y se conviertan en el verdadero foco: “Gozar es tan necesario, mi amor”.

Fue el sábado 24 de mayo de 2025 cuando el Tanque Cultural (Acasusso 6930, en el corazón del barrio de Liniers) volvió a ser el escenario de esta “juntada”. Fieles a su estilo, el centro cultural no solo abrió sus puertas, sino que también ofreció su característica amabilidad y una propuesta gastronómica deliciosa a precios accesibles.

La casualidad quiso que justo ese mismo día (y a esa hora), mi querido Independiente de Avellaneda se enfrentara a Huracán por un lugar en la final del fútbol argentino. Ante tal imperdible cita, este cronista y un par de amigos decidimos llegar temprano. Apenas lo hicimos, el dueño, muy amablemente, nos invitó a acomodarnos y seguir el partido desde una notebook.

Desde el nerviosismo de los penales, observábamos cómo un grupo heterogéneo de invitados, de diversas generaciones, comenzaba a formar fila para ingresar. Allí, tenían la oportunidad de adquirir varios interesantes libros sobre rock nacional argentino de Facu Soto: Hubo un tiempo que fue hermoso, Pequeñas anécdotas sobre Clics modernos (en coautoría con la icónica fotógrafa Ada Moreno), y una biografía de Palo Pandolfo.

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La sorpresa y alegría de este cronista fueron enormes al ver, entre la multitud, al gran Alejandro Correa, músico y colaborador de esta revista desde sus inicios. Correa fue miembro fundador de Sui Generis y grabó la mayoría de los bajos de Pequeñas Anécdotas sobre las Instituciones. No hizo falta decir mucho: nos abrazamos, ambos sorprendidos por la casualidad de encontrarnos en el mismo evento. Este momento de conexión se repitió, con gusto, al cierre de la velada.

A tono con la víspera del 25 de Mayo, los asistentes recibimos una escarapela, sumergiéndonos en el espíritu de la fiesta patria.

Al subir la escalera y acceder al salón principal, nos encontramos con los artífices de toda esta magia: los fundadores del SGFC, Mario Alberto Martínez y  Jorge Luis González, nos recibieron con un hermoso programa de mano —»Sui Géneris Fans Club celebra 50 años de Rock Argentino«— que, «a todo color«, contenía abundante información sobre las bandas, solistas participantes y la ficha técnica.

A la destacada labor de Mario y Jorge, se sumó la del multifacético y multi-instrumentista Gastón Berretta | @gaston.berretta él no solo estuvo a cargo del diseño del programa de mano, sino que, desde la dirección y organización musical, logró que las diversas propuestas (y sus numerosas “mezclas”) fluyeran de manera armónica y natural durante toda la noche, sin baches ni tiempos muertos, enriqueciendo aún más la experiencia musical.

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Luego de los agradecimientos protocolares de los organizadores, que destacaron el apoyo de los medios y la masiva convocatoria (las entradas se habían agotado 20 días antes), llegó el momento de la música…

El primero en subir al escenario fue el marplatense Pablo Olmedo quien brindó una presentación única, apoyado en su guitarra criolla, su voz potente y emotiva, y originales arreglos guitarrísticos (incluso de piezas pensadas para piano). Su repertorio, siempre novedoso y meticuloso, se destacó por incluir temas “lado B” y gemas poco escuchadas, acompañado por invitados de lujo.

El show de Olmedo comenzó íntimo, con solo su guitarra para una valiente y emotiva versión de «Cuchillos» (Say No More, 1996). Poco después su amigo, Sergio “Turco” Abad se unió al escenario con su guitarra acústica y sus característicos punteos, marcando el inicio de «Aprendizaje», de Sui Generis.

Finalmente, el ensamble se completó con el talento y la musicalidad de Gastón Berretta (sí: ¡va a aparecer muchas veces su nombre en esta crónica!) en teclados y la cálida y afinada voz de la carismática Guadalupe “Guada” Olmedo (hija de Pablo). Con esta formación, nos deleitaron con un set que incluyó temas como “Hablando a tu corazón”, “Ojos de videotape” y “Amo lo extraño” (esta última, del álbum debut Detectives de Fabiana Cantilo).

La siguiente pieza fue “Cuando te vayas”. Este tema de Sui Generis, conocido por una bella versión pirata de 1973 grabada en el Colegio La Salle de CABA, tuvo una reinclusión más electrónica en Sinfonía para adolescentes (2000). Sin embargo, la interpretación que Pablo Olmedo y su ensamble nos regalaron fue una versión más íntima, reminiscentemente acústica. Era similar a la que María Rosa Yorio incluyó en su disco Mandando todo a Singapur (1982), producido por un joven Miguel Mateos, con la voz acompañada únicamente por una guitarra.

Y ya que hablamos de María Rosa, el set continuó con el icónico “Quiero ver, quiero ser, quiero entrar”, tema que formó parte del fugaz Porsuigieco  y luego fue un hit en su carrera solista. Aquí, Guada Olmedo brilló con su interpretación vocal, respaldada por los coros de su padre. Aunque solo eran dos voces, su fuerza emuló la grandiosidad de la versión original, que contaba con los coros de León Gieco, Nito Mestre, Raúl Porchetto y el propio Charly. Destacó también cómo se adaptó a las guitarras un tema predominantemente pianístico, originalmente concebido para el magistral toque de García.

El set culminó a pura música y “polenta” con la emotiva versión censurada de “Instituciones”, que hizo honor a su letra original al entonar: “Pero es que ya me harté de esta libertad, y no quiero más padres que acaricien mi espalda. Soy un hombre que quiere andar sin pedir permiso para ir a llorar”.

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Sin demoras, el segundo set se puso en marcha ¿adivinen con quién?… Sí: Gastón Berretta, esta vez empuñando una guitarra acústica. Abrió con «Estación«, revelando una anécdota personal: tras un tiempo dedicado solo a The Beatles escuchó este tema y se preguntó: “No puedo creer que acá se hiciera esta música”. Luego, se unió en teclados el talentoso Guido Villar, reconocido por su habilidad para transcribir partituras de piano. Esta poderosa dupla nos ofreció un conmovedor “Alto en la torre”, donde el piano, con su sonoridad y sus poderosos graves, nos envolvió por completo ya desde ese primer mítico acorde.

Lo que siguió fue algo inesperado y, creo, inédito hasta ahora: una arrolladora versión de “Las increíbles aventuras del Señor Tijeras” interpretada a piano, guitarra y dos voces. Este fue, sin duda, uno de los picos emocionales del recital. La complejidad del tema, con sus intrincadas partes y cambios de ‘clima’ musical, fue abordada con una fidelidad milimétrica a la versión original grabada en Instituciones. El virtuosismo se hizo patente cuando Gastón Berretta emuló con su guitarra el bajo jazzero del interludio instrumental, marcando el compás percusivamente con su pie, mientras los dedos de Guido Villar danzaban sobre el piano, creando una envolvente pared de sonido con cada registro. Las ovaciones y aplausos del público no tardaron en aparecer, reconociendo el talento desplegado en cada quiebre del tema.

Llegó el momento de la fotógrafa y cumpleañera de la noche, Sandra “Colo” Caladrino (Say Caladrino), quien nos regaló una ¿tanguera? versión de “Promesas sobre el bidet”. Acto seguido, fue el turno de la esperanzadora “No te dejes desanimar”, de La Máquina de Hacer Pájaros, con sus emocionantes versos que invitan: “No te dejes desanimar, no te dejes matar… quedan tantas mañanas por andar”. Para cerrar este segmento, todos cantamos y alumbrábamos con celulares el himno “Seminare”, presentado como “la canción de amor más linda de nuestro rock”.


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Fue el turno de las nuevas generaciones, representadas por Joaco Barbosa | @joacobarbosa al piano. Su set se caracterizó por una evidente soltura y un disfrute contagioso, elementos que amplificaron la conexión del público con cada una de sus interpretaciones.

Su set comenzó con otro lado B (de los muchos que tuvo la noche): “Música del Alma”. Luego, volvió a los comienzos con “Quizás porqué” y conmovió con un potente mix de “Antes de Gira” (de Porsuigieco) y “Tema para María” (una versión anterior con otra letra, presentada en su momento en un programa radial de Lito Nebbia).

Luego, llegó el turno de un tema casi obligado para cualquier amante de Charly García con un teclado entre sus manos: “Desarma y Sangra”. La canción, cuya música fue creada por García a muy temprana edad, fue grabada oficialmente y con letra recién en la etapa de Serú Girán (Bicicleta, 1980).

La lista continuó con “El Fantasma de Canterville”, “Cinema Verité” y “Canción de dos por tres” —esta última, del ‘malvinense’ primer disco solista Yendo de la Cama al Living, un tema que, según confesó Joaco, canta para levantarse el ánimo. Para el cierre, la emotividad alcanzó su pico con el himno “’Inconsciente Colectivo”, que puso fin al set.

La noche continuó con un —adelantado— bloque ochentoso/bolichero. Gastón Berretta nos sorprendió nuevamente al hacerse cargo de una potente batería, sumándose a la magia del saxo de Valeria Fernández (de Por Qué | @porque_rock) y a las teclas y guitarra del showman Joaquín Campero | @atocampero. Se sucedieron temas como «Rap del exilio», «Cerca de la revolución«, «Ángeles y predicadores» (del álbum Tango de García/Aznar, de 1986), «No se va a llamar mi amor» y «Loco, no te sobra una moneda«. Para finalizar, sonó «Canción para mi muerte» (al estilo «Piano Bar«), cerrando un segmento lleno de nostalgia y energía.

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Acto seguido, los organizadores invitaron al escenario al ya mencionado Alejandro Correa, quien recibió un emotivo homenaje: un pergamino, mensajes firmados por los músicos y el saludo por video de su amigo y compañero de los inicios de Sui Generis, el actual escritor Carlos Piegari.

Al hacerse la medianoche, lejos de romperse el encanto de Cenicienta, el público recibió colectivamente la fiesta patria del 25 de Mayo entonando el Himno Nacional Argentino (por supuesto, en la icónica –y en su momento cuestionada– versión que Charly García grabó en los años 90 para su álbum Filosofía barata y zapatos de goma).

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Finalmente, llegó el turno de los chicos de Por Qué Rock, una banda ya conocida por este cronista por su excelente performance en la Asociación Cultural Arte y Vida de Martín Coronado, Buenos Aires. Recordamos que la misma está formada por las chicas: Daniela Volcanika en voz, la ya nombrada Valeria Fernández en saxo y coros, y Valentina Rubino | @valenrubino en teclados. Y los chicos: Francisco Montenegro en bajos con y sin trastes, Mateo Puddu en guitarra eléctrica y Santiago Condomi a cargo de la batería.

El set  dio inicio con un ingenioso medley instrumental y vocal, extraído de Pequeñas anécdotas sobre las Instituciones, con un especial protagonismo para «Música de fondo para cualquier fiesta animada«.

Acto seguido, la energía se elevó con «Noche de perros«, un clásico infaltable de Serú Girán en su repertorio. La ya icónica melodía del bajo fretless por Francisco Montenegro se fusionó magistralmente con el saxo de Valeria Fernández, que la doblaba al cierre. La pieza culminó con un solo de guitarra cargado de ‘polenta’, confirmando que este es —para este cronista— uno de los temas cumbres de Serú.

Siguieron con “Marilyn, Cenicienta y las mujeres” (del segundo y último disco de La Máquina de Hacer Pájaros), donde Daniela Volcanika invitó al público a acompañarla en la estrofa que —irónicamente— repite: “Todos tenemos hogar” (emulando el coro de niños de la versión original grabada). Continuaron con la tragicómica “No bombardeen Buenos Aires”, canción sobre la guerra de Malvinas que vuelve a mostrar la ironía de Charly del “pero no bombardeen Barrio Norte”, seguida de un rítmico “Bancate ese defecto”.

Dos perlas de Serú Girán siguieron en el repertorio. Primero, con «Eiti Leda«, donde brillaron Francisco Montenegro en el solo de bajo fretless —marca registrada de Pedro Aznar—, la poderosa guitarra de Mateo Puddu y los dedos mágicos de Valentina Rubino en los teclados, emulando el sonido del famoso (sinte) Mini Moog, para el delirio de todos los presentes.

Para continuar, la clásica intro de «Encuentro con el diablo» de Serú Girán dio pie a un momento simpático: Daniela Volcanika confesó que siempre olvidaba la letra de ese tema, invitando al público a ayudarla, ¡con micrófono compartido incluido!

Le siguió un demoledor “Hipercandombe”, que encendió al público. Los pasillos cercanos al escenario se llenaron de baile, abrazos, saltos, pogo y coros pegados al micrófono que Daniela y Valeria acercaban, entre la sorpresa y la diversión, compartiendo la euforia.

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La energía del público marcó la secuencia final, en una interacción sostenida que no paraba de pedir más. Joaco Barbosa regresó a los teclados y Gastón Berretta sorprendió una vez más al tomar el bajo (¡el único instrumento que le quedaba por tocar a este genio!). Incluso Say Caladrino dejó de lado su cámara para unirse con su voz, sumando más capas a la fiesta.

La euforia contagió hasta el pogo, donde el bajista Francisco Montenegro se lanzó del escenario y, en un momento inesperado, abrazó a este cronista. Entre saltos y coros, ambos recordaron su coincidencia en la  la Asociación Cultural Arte y Vida, cuando este cronista tuvo el placer de ser bajista invitado del grupo SUM.

Ya cercanos al final —y como broche de oro de la fiesta— sonaron «Botas Locas«, «No llores por mí, Argentina» y, como cierre definitivo, «Bienvenidos al tren«. Así, cerca de la una de la mañana, la noche culminó con una emotiva selfie de todos los músicos en el escenario, con el público de fondo saludando, imagen que ilustra esta humilde crónica.

Con la promesa de repetir esta experiencia en el mismo lugar, el próximo 6 de septiembre (apenas un día después del medio siglo de Adiós Sui Generis), nos despedimos hasta la próxima, con una sonrisa en la cara y la maravillosa música de Charly García en el alma y el corazón. Nos llevamos la certeza de que hay futuro y presente en la calidad de los artistas escuchados y la fraternidad y calidez humana transmitidas y recibidas.

¡Que sigan teniendo una hermosa vida!

Y vos ¿estuviste ahí? ¿Qué te pareció?

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