Marcelo Torres: bajista todo terreno

Foto (PH):  Verónica Nogueira

Entrevista a este gran músico, bajista y compositor de la música argentina (pasando por el jazz/fusión, el rock, el tango y el folclore).  Participó y/o formó grupos emblemáticos como Tantor, Lito Vitale Cuarteto,  Paulatino, Marcelo Torres Trío, Spinetta y Los Socios del Desierto. Además de acompañar y grabar con grandes leyendas de la música de diferentes géneros y estilos como Adriana Varela, Indio Solari, Mono Fontana, Roque Narvaja, María Rosa Yorio, Rubén Goldín, Piero, Marcelo San Juan, Julia Zenko entre muchos otros. 

— Hola Marcelo ¿Cómo estás? ¿Cómo te afectó la Pandemia este tiempo?
— Y… el tema de la Pandemia fue un azote para la Humanidad… evidentemente ¡una situación tremenda! (y lo sigue siendo), pero obviamente estamos con el tema de la vacunación bastante bien, vamos camino a retomar las actividades “normalmente” (si se puede decir). Pero yo no tuve tanto conflicto con la Pandemia, en cuanto a que pude convivir con ella porque soy una persona de estar mucho tiempo en casa, encerrado en mi estudio, estudiando, o trabajando en música o mezclando, dando clases… Se activaron mucho más las clases on-line, estuve participando en muchas grabaciones con amigos, compuse y grabé en este tiempo. Así que la verdad es que desde mi visión (totalmente personal) no me sentí muy afectado. Sí en cuanto a la cantidad de gente que partió, se enfermó por la Pandemia, es gente conocida o amigos, o parientes de amigos… Bueno, pero es algo que todavía tenemos que transitar y yo traté que mi vida cotidiana se modificara lo menos posible dentro de este panorama.         

¿En qué proyectos estás trabajando actualmente? 
— Empalmando con el tema de la Pandemia, desde un punto de vista fue bastante productivo este período: hice varias grabaciones. Tengo un disco completo (que tengo que mezclar y veré cómo lo voy a editar) pero grabé (toda música mía, original) con el pianista Colombiano Gabriel Guerrero,(que vive en Nueva York). Grabé otro tema con los hermanos Harold y Ruy López Nussa, músicos tremendos que viven en Cuba. Grabé otro tema con Torcuato Mariano, tremendo músico argentino, guitarrista, que vive en Brasil hace mucho tiempo, productor de Djavan y con un percusionista muy bueno de Río de Janeiro llamado Dada. Y grabé también con Diego Alejandro y Abel Rogantini (mi trío), Grabé otro trío con Manu Sija (violinista tremendo, tucumano). Así que tengo el material para editar un nuevo disco. Esos fueron proyectos que fui haciendo en la Pandemia. Estoy organizándome para ya salir a tocar: Ahora me voy a una gira a El Calafate, Ushuaia, y ya viene la primera presentación acá en Buenos Aires con el Cuarteto, la idea es salir a tocar música de mi último disco “Adivino del Tiempo”, de 2018 (que hace mucho tiempo que no toco) que ganó el Premio Carlos Gardel al mejor álbum de música instrumental, más los temas nuevos. Así que esa es la intención hasta fin de año. 

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¿Cómo se inició tu camino en la música, y en particular con el bajo? ¿recordás de qué marca era tu primer bajo

— El primer contacto con la música que recuerdo fue a mis 5 años: ahí arranca un poco mi comunión con la música…  yo empecé a cantar desde muy chico, y cuando cantaba sentía una emoción, una alegría, una felicidad. Me di cuenta rápidamente que nunca iba a dejar de hacer eso. Luego empecé a estudiar (particular) guitarra española a los 9 años en un Conservatorio de Caseros. Y después cuando empecé la secundaria (a los 12 años) empecé a tocar el bajo. Yo venía de tocar en la primaria con un compañero (Juan González) que tocaba muy bien la guitarra. Y con él nos encontramos en la secundaria, así que armamos algo… y me acuerdo que yo tenía una guitarra eléctrica (marca) “Faim”. Y después tenía otra que el conector era “a rosca”, un sistema muy antiguo (no era plug). Y esa guitarra tenía unas cuerdas gruesas (creo que 0.11 el calibre)… ¡y tenía 2 cuerdas nada más! Así que yo hacía tipo “power core” con la mano izquierda, y ese fue el primer contacto con tocar el bajo; porque era como una “guitarra-baja” (de hecho, en inglés al bajo se lo traduce como bass guitar). Yo tocaba quintas con esa guitarra que tenía las cuerdas regruesas. Y ahí apareció un compañero del grupo que vino con un bajo –extrañísimo, nunca vi nada igual– que no tenía los trastes encastrados en la trastiera de madera, sino que tenía una chapa de acero inoxidable con los trastes en relieve, y la chapa ¡estaba clavada al mástil!, ese fue el primer bajo que toque. Mi primer bajo propio era un bajo nacional que me lo compré a los 14 (años) ¡sin cuerdas lo compré! era tan “salame” y ansioso que fui y le compré el bajo (tipo violín) a un tipo que era un chanta, me lo vendió sin cuerdas y cuando las fui a comprar ¡me salieron más caras que el bajo! Después tuve otro bajo –también prestado– que tenía las perillas como de plancha y lo llamaba bajo “Atma” (que era una marca de planchas). Así que esos fueron mis primeros bajos. De hecho, alguno de esos bajos no afinaban en La 440, afinaban en la altura que sonaban y se podían tocar… entonces yo todo ese tiempo tocaba el bajo afinado en otros tonos, siempre más bajo: en La bemol o sol…

¿Quién o quiénes fueron tus profesores? ¿Cómo fue tu formación?
— Yo me considero un músico autodidacta (que se supone que estudió solo). Pero podría decir que mi primera profesora de música fue una maestra que tuve en 5° grado, que realmente me transmitió una pasión tremenda por la música. Ella era maestra de grado, pero la música le encantaba, era la que dirigía un grupo en el cual yo cantaba, así que podría decir que fue mi primera profesora de música. Después estudié guitarra con una formación “clásica” digamos; Ahí aprendí a leer música: teoría, solfeo, con una profesora de Caseros (Provincia de Buenos Aires), en un Conservatorio. Curiosamente ahí conocí a un compañero que se llama Fabricio Zanella, que estudiaba guitarra (te estoy hablando del año 1969). Y después, a la vuelta de la vida, nos encontramos él tocando el violín en la Orquesta Juan de Dios Filiberto y yo tocando de invitado, así que nos volvimos a encontrar. Luego lo invité a tocar en mi último disco un tema. Después empecé a estudiar por mi cuenta, teniendo en cuenta toda la movida del rock nacional en Argentina que era fuertísima. Las bandas que había acá eran muy buenas, más todo el rock sinfónico. Básicamente esa es mi formación: escuchaba música de los años 70 del rock nacional y del rock europeo (Inglaterra, básicamente). Y todos esos bajistas fueron mis influencias, diría que Chris Squire fue mi primer bajista principal, al que seguí muy de cerca en cuanto a cómo tocar el bajo (yo tocaba con púa en ese momento, años 70 a 73). También me gustaban Led Zeppelin, Deep Purple, que eran bandas inglesas pero un poco más rockeras. Todo ese mundo musical fue de gran influencia para mí. Después con el advenimiento de los grupos de Fusión de Jazz-Rock en el 76, fue tremenda la presencia de Jaco Pastorius y la influencia que tuvo en el mundo (de los músicos ¡y de los bajistas!). De Chris Squire yo pasé a mi referente siguiente que fue Stanley Clarke y luego Jaco completó un poco el panorama de mis bajistas preferidos. Y de ellos aprendí un montón, aunque no toco como Stanley Clarke ni como Jaco Pastorius– pero en ese momento fueron mis referentes. Después hubo otros, más relacionados a la fusión como Anthony Jackson (en el bajo de 6 cuerdas), John Patitucci, me gusta Eddie Gómez en contrabajo… El bajista de la Mahavishnu Orchestra (se llamaba Rick Laird),… Bunny Brunel. Siempre de donde podía  sacar algo… ¡ahí estaba yo con esos músicos! Diría  que la música que sonó entre 1970 y 1978 fue una gran parte de mi formación musical.

¿A quiénes reconocés como referentes o influencias musicales?
— Digamos que para completar el panorama de músicos referentes (que no son bajistas): Michael Bracker (saxofonista), Pat Metheny (guitarrista), pianistas como Keith Jarrett, Chick Corea, y un montón de músicos más que he escuchado detenidamente y que los he tenido como referentes. 

¿Crees que existen diferencias entre la música que vos escuchabas en tus comienzos y la que se hace hoy en día? ¿Qué grupos o solistas actuales recomendarías?
— Es que ¡no se puede comparar! Son otros tiempos: hay otras pulsaciones, otras vibraciones en el plantea. Por lo que no se puede comparar una época con la otra. Lo que podría decir es que los músicos que estábamos interesados en lo que era la “música popular” (el rock nacional, el rock progresivo), en la actualidad pienso que estarían escuchando otras músicas (no la música popular del momento). Sino que estarían escuchando una música más de vanguardia, o relacionada al jazz, a la fusión o a la World Music o étnica. Podría hacer esa relación: o sea que está difícil para un músico joven, que la música actual los enganche para luego ser músicos, para formarse como músicos (van a tener que escuchar otras músicas, me parece). Pero: ¡hay de te todo! ¿No? De repente hay pibes que les gusta el trap y estudian y terminan siendo buenos músicos escuchando esa música… la verdad es que no lo tengo muy claro.

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Te movés con naturalidad por diferentes géneros como jazz, rock, tango, folclore (y la fusión entre ellos)… ¿lo buscaste o se fue dando así?

— Sí, con respecto a los géneros, desde muy chico yo escuché folclore y tango (más todo lo del rock nacional y la música progresiva), Eso de alguna manera lo fui mezclando en la música y empieza a aparecer un poco en lo que aporte musicalmente en el Lito Vitale Cuarteto. Después el jazz es la música que más tuve que estudiar (y estudio ¿no?) por las cuestiones de sus armonías, escalas especificas… Así que la música que hago surge mezclando un poco todos eso. Ninguno de los ritmos que toco son “puros”: todo está fusionado. Es extraño que un bajista eléctrico pueda tocar una música “pura” porque el bajo eléctrico es un instrumento que de alguna manera es “contaminante” podría decir, ¡en el buen sentido! (risas). Porque es un instrumento que está en la mayoría de los estilos musicales, nos movemos con nuestro bajo de un estilo a otro contaminándolos. En la música en Argentina lo encontrás en la cumbia, el folklore del norte argentino, en el tango, bueno en el rock ¡ni hablar! Es un instrumento que quien lo elija para tocar tiene que tener en cuenta eso: no pertenece a ningún estilo en especial, todas las músicas se pueden incorporar el bajo eléctrico. Por eso el que lo estudia se encuentra con un montón de cuestiones de ritmo, patterns y estilos que tiene que controlar (y tiene que escuchar mucha música ¿no?). Pero en mí, todo eso se dio naturalmente, en la música que yo compongo encontrás esos ritmos y no es una “caricatura” de aquellos estilos: siento que surgen con naturalidad en mi forma de hacer música, porque los fui absorbiendo en el ambiente en los diferentes momentos en que fui creciendo como músico. Por eso siento que no hay cosas forzadas en esas fusiones que yo hago.

Tu trayectoria es muy extensa, (quizás tengamos que dejar algo afuera de esta entrevista), pero ¿arranca con Tantor allá por 1981?
— Mi primer grupo fue un trio que se llamaba Tocatta (año 72/73). De ahí pasamos a Paulatino (que fue en el 76/77/78) que era un grupo totalmente de estudio y experimental (porque hacíamos una música rarísima, instrumental). No tocamos mucho pero fue un laboratorio musical (parar mí fue toda una escuela donde investigamos un montón de músicas). Ahí tocaban Jorge Mancini, Carlos Triolo y Alejandro Bisiglia, y fue una gran preparación para mí, por lo que se vino después. Paralelo a Paulatino yo empecé a tocar con Pollo Raffo, hicimos algunos trabajos de acompañamiento. Pero después se armó el cuarteto (Raffo 4). Estábamos entrando a los 80 y ahí entro a Tantor (que se puede decir que fue la primera banda “profesional” que tuve, porque con esa banda grabé mi primer disco en vinilo “Mágico y Natural”). Además ahí tocaban dos de mis ídolos que eran Rodolfo García y Héctor Starc que venían de unas de las bandas que más me gustaban del rock nacional que era Aquelarre. Así que para mí entrar a Tantor fue como estar “en una nueva liga” (en cuanto a la exposición y el potencial del grupo). Además tocamos en los conciertos más importantes de aquella época: Festival de la Solidaridad (que fue el primer concierto multitudinario, que se televisó para Latinoamérica, por el tema de Las Malvinas). Fue en el estadio Obras Sanitarias, pero al aire libre, para un montón de gente. Tocamos también en Festival Prima Rock, en el BARock del 81. Tocamos por muchos lados. Y, al entrar a Tantor es donde me decido dedicarme “de lleno” a la música, porque hasta esa época yo venía trabajando desde los 12 años y el 25 de Mayo de 1981 dejé de trabajar de manera “formal” y me dediqué a vivir de la música hasta la actualidad… así que soy un agradecido de todo eso que me pasó.

Después seguís con diversos grupos de música instrumental (Paulatino, El trueno, 86 up,…), tocás con el “Mono” Fontana… hasta que en 1987 te convoca Lito Vitale para su cuarteto…
— Sí, siempre en paralelo, siempre fui un músico muy inquieto y además de tener proyectos laborales, siempre tenía un proyecto creativo de música instrumental. Así que tenía otra banda como El Trueno que era una banda con Guillermo Arrom, Pablo Rodríguez y que ya hacíamos una música de fusión con folklore. Después 86 Up que era otra banda que teníamos con Adrián Iaies en teclados, Oscar Feldman (saxofonista), Daniel Volpini en batería y Sergio Lisevzky en guitarra. También tocaba con Francisco Rivero, teníamos un cuarteto junto a Didi Gutman y Jota Morelli. También un dúo con Mono Fontana (pero eso fue posterior). Antes había trabajado con Roque Narvaja, María Rosa Yorio, Rubén Goldín, Piero con Prema, Marcelo San Juan, Julia Zenko. Fue una época realmente hermosa para mí, porque había mucho trabajo: se tocaba todos los fines de semana en boliches. Todo era como “under”: no se tocaba tanto en teatros… muchos de estos artistas empezaban sus carreras, luego con el tiempo muchos se consagraron y tuvieron reconocimiento.    
En 1987 aparece la convocatoria de Lito Vitale para integrar su nuevo proyecto (él dejaba el trío Vitale-Baraj-González) y se iba a largar como solista. Me llama ¡el 1° de Enero del año ’87! y ahí acordamos que empezábamos a ensayar el 15 de marzo (risas). Manuel Miranda estaba medio “en la gatera” porque había venido de Perú y estaba en la costa (atlántica) esperando para arrancar en marzo con Lito. Y bateristas se probaron un par y finalmente quedó Jota Morelli en la primera formación. Ese fue para mí ¡un grupo tremendo! Donde yo pude expresarme musicalmente de una manera increíble, con total libertad… donde de alguna manera siento que desarrollé algún tipo de estilo tocando el bajo en cuanto a los palm-mute o algunos ritmos de fusión folklóricos… Hicimos un poco de escuela con Lito Vitale Cuarteto porque esa fusión, hasta ese momento, prácticamente no existía. Existía Anacrusa pero era diferente. Lito Vitale Cuarteto era más como un grupo, la música se “amasaba” más grupalmente. Tocábamos mucho: hicimos giras tremendas por Europa, con mucho éxito. Realmente fue una época hermosa desde el punto de vista artístico. Y el mánager que nos llevaba a España era el mismo que llevaba a Prince, a Miles Davis, a Pat Metheny. Eso fue parte de toda “la movida” que hicimos con Lito Vitale Cuarteto.

¿Qué nos podés decir –en pocas palabras- de cada uno de estas bandas que integraste y solistas que acompañaste? (“Spinetta / Los Socios del Desierto”, “Adriana Varela”, “Pablo La Porta”, “Indio Solari / Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado”, “Raúl Porchetto”, “Marcelo Torres Trío”)…
— Cuando se disuelve Lito Vitale Cuarteto, el guitarrista Esteban Morgado –con quien ya habíamos tocado juntos en un grupo donde hacíamos música brasilera por el ‘80 (risas)– él dirigía el grupo de Adriana Varela así que me llamó (el bajista César Franov había dejado de tocar en el grupo). Así que para mí fue genial porque yo no había tocado tango… habíamos tocado con Lito un tango/fusión pero con Adriana ya era más tango/tango así que fue una hermosa experiencia donde aprendí un montón, en cuanto a ritmos de tango, repertorio de tango. Y además conocí a muchos bandoneonistas increíbles  como  Walter Ríos, Walter Castro, Carlos Buono entre otros.
Con Pablo Laporta hicimos un dúo y grabamos un disco que se llama “Átomo” y con él fue una hermosa experiencia porque éramos batería/percusión y bajo-MIDI, nada más. Le buscamos la vuelta para que dos músicos pudieran sonar como cuatro, cinco o ¡diez! Surge la posibilidad de una gira por Europa que después se frustra pero lo seguimos haciendo acá y tocamos en muchos lugares: la verdad que fue un hermoso proyecto.
Después con respecto al Indio Solari fue una experiencia muy buena en cuanto a la masividad del proyecto. Ahí tengo como el “record” de tocar para 200.000 personas (¡no sé cuántos!). Pero es muy fuerte por la experiencia de tocar en una súper producción, una especie de tanque de Hollywood (risas) en cuanto a producción de un concierto. Con el Indio participé en cuatro discos (solistas), después estuve en el Estadio de La Plata, en la película que se filmó en el Estadio (la música se mezcló en Abbey Road). Una gran experiencia que de alguna forma me permite a mí transmitir tanto, la sensación de tocar en un escenario multitudinario como en un escenario de un boliche para 20 personas.
En realidad con Raúl Porchetto grabé un disco de él, y participé de la presentación de ese disco en un tema o dos, pero no toqué nunca formalmente con Raúl: fue la experiencia de una grabación principalmente.
Obviamente Marcelo Torres Trío es mi proyecto y es en el que estoy más concentrado en los últimos años, hemos ido a tocar a Colombia varias veces, a Cuba, Uruguay, acá en Argentina… Ya antes de la Pandemia habíamos empezado a tocar en cuarteto: además de Diego Alejandro en batería, Abel Rogantini en piano, se había incorporado de manera más estable Víctor Carrión en vientos y ¡ya es una súper-banda! De hecho tocamos ahora el 23 de Septiembre en el Centro Cultural Morán.
En el dúo con Pablo Laporta las composiciones eran compartidas, en el trío/cuarteto todas las composiciones son mías.

¿Perdón, hay una pregunta obligada: ¿Qué sensaciones te dejó participar del histórico concierto “Spinetta y las Bandas Eternas”, en el estadio Vélez Sarsfield, en 2009?
— Sí, para la época en que se estaba gestando ese concierto, yo sabía del proyecto pero no tenía claro si iba a participar… de hecho El Tuerto (Daniel Wirtz) ya había partido, así que tenía decido que iba a ver el concierto como público. Y en eso recibí la llamada de Spinetta donde me decía que Javier Malosetti se había ofrecido para tocar la batería (él es zurdo), qué íbamos a tocar un par de temas ¿Qué me parecía? Y a mí me pareció genial: me pareció hermosa la propuesta así que lo hicimos así. Ensayamos un par de veces, no le requirió mucha exigencia a Spinetta por lo que estaba preparando con Invisible, con Almendra, Los Socios… era como un recreo para él, porque lo temas que tocábamos tenían más improvisación, como Bosnia o –el tema que compusimos juntos– San Cristóforo. Eran como para relajarse un poco para luego retomar los grupos que integraron el concierto de Las Bandas Eternas. Pero la verdad es que para mí fue una satisfacción enorme: participar, ser parte de la “comunidad spinetteana” (en cuanto a todos esos músicos que hemos transitado sus diferentes grupos). Además tuvo la grandeza Spinetta de tocar uno de los temas que compartimos la autoría (lo hizo con otros artistas que tocaron ese día también). Una cosa hermosa. En el arte del disco, hay una o dos líneas sobre cada músico. ¡Eso no te lo hace nadie! ¡En el planeta no te lo hace nadie! O sea: dedicarle un párrafo a cada músico con los que tocaste en los últimos 40 años. Realmente lo siento como una muestra del amor y del respeto de Spinetta hacia los músicos que hemos tocado con él. Así que ¡una bendición la posibilidad de haber estado cerca de él en esta vida!

Tocaste como miembro de orquestas en distintas ocasiones… ¿por qué creés que te convocaron? ¿Qué experiencias te dejó?
— Sí, la experiencia de tocar con orquesta fue muy enriquecedora, podría sacar muchas conclusiones: el hecho de haber pasado por esos escenarios me va dando a mí muchos más basamentos para cuando hago encuentros con músicos, comentarles experiencias, lo que es tocar delante de tanta gente, lo que es tocar en una orquesta sinfónica, etc., etc. Básicamente de la orquesta recuerdo haber tocado en varias ocasiones. Una muy buena fue la presentación de la música de la película Metrópolis en el Teatro Colón; una obra musical del compositor argentino Martin Matalon, que vive en Francia. ¡Y las partituras eran tremendas! (tremendamente dificultosas). Y me puse a trabajar sobre esas partes, así que cuando vino él y le mostré lo que había sacado (estaba re-contento el tipo); a tal punto que después se hizo un seleccionado a nivel mundial de donde se había presentado esa obra y se hizo un concierto en el teatro Auditori de Barcelona y ahí me contrataron como bajista. Fui el único músico argentino que fui a tocar allá junto a músicos de Holanda, de Alemania, había un contrabajista cubano, todos músicos de diferentes lugares para tocar esa obra que tenía sus complicaciones ¿no? Fue una gran experiencia. Ahí tocamos con clicks, porque era una obra con 16 solistas pero con grabación. O sea que estábamos sincronizados con cintas que tenían los efectos de los instrumentos (¡muy loco eso!). ¡Y fue realmente un éxito!.
Además, como te decía antes con Anacrusa (la banda con dirección y composición del maestro José Luis Castiñeira de Dios) tocamos con la Orquesta Juan de Dios Filiberto, con la Orquesta de Tucumán, o con la Orquesta Sinfónica de Mendoza, en estos casos la orquesta se acopla a un noneto: batería, bajo, guitarra eléctrica, piano, saxo, flauta, vibrafón, guitarra… y la orquesta se “acomoda” (interactúa, digamos) con la  banda. Hay que tocar muy suave (más bien “piano”) porque si no los músicos de la orquesta se ponen locos por el volumen del bajo, de la batería… así que hay que ser muy delicado en eso.
Son experiencias muy enriquecedoras, porque, de alguna manera, no me quedo con las ganas de saber cómo es tocar con el bajo eléctrico rodeado de una orquesta sinfónica. Y, realmente, es hermoso escuchar los instrumentos naturales, la sección de vientos, la sección de cuerdas tocando ahí atrás tuyo, detrás de tu cabeza, escuchar ahí cerca los instrumentos: ¡no hay con que darle! Básicamente es una experiencia sensorial increíble.

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Incluso, compusiste música para cine… ¿es muy distinto trabajar en este tipo de música?

— No hice mucho. Hice algunas músicas para cortos. Y es interesante porque trabajas con el video y algunos requerimientos del director, y a partir de ahí vas proponiendo ideas musicales. Incluso, algunas músicas que yo hice para estos cortos terminaron siendo temas que luego los desarrollé y fueron músicas que incluí en mis discos. Es muy interesante componer música por encargo o pensada para complementar una imagen ¿no? Eso me pasó también con un tema que compuse y que no era para un corto, sino para el grupo de percusión Paralelo 33, yo les hice un tema que se llama “Adivino del tiempo” que terminó después siendo un tema que grabé yo en mi último disco; pero originalmente era un tema para un cuarteto de percusión (que se estrenó, además, en el Teatro Colón). Porque el tema lo escribí especialmente para ellos; y después estuvo años guardado. Ellos lo tocaron un tiempo .Pero cuando surgió la relación musical con el pianista Harold López-Nussa) digo: “¡uh, este tema puede funcionar con harold!” entonces busqué la parte, hice algunas adaptaciones pero básicamente ¡es el mismo tema! Así que: ¡fijate cómo es la historia! la música a veces puede sorprenderte y surgir desde diferentes lugares: hay que estar abiertos y atentos para dejar que suceda y si ocurre que sea de la manera más creativa y artística posible. ¡Eso es lo más importante!        

Tenés 5 discos solistas en tu haber, entre los primeros tres hay un lapso de más o menos 10 años entre ellos… y en los últimos de 4 años ¿Le fuiste tomando el ritmo? (Se ve que evidentemente no sos un bajista que solo acompaña a grupos y solistas sino que explotaste mucho tu rol de compositor)…
—Sí, es verdad. Respecto a los discos me hubiera gustado tener un ritmo un poco más “acelerado” respecto a la discografía (risas). Pero bueno: las cosas se dan de una manera por algo, siempre fui de  componer música, tenía mis temas, pero también, el hecho de estar participando de otros proyectos te saca tiempo y energía. Y hay que saber distribuir la energía (para que funcionen las cosas hay que ponerle mucha) entonces no tenía la energía suficiente para poder sostener un proyecto y grabar cada dos años, un año o lo que sea. Así que, es cierto: el primer disco (“Edad Luz”) salió en el ’93 y el siguiente fue en 2003. Y ya después, más o menos, ¡se puso mejor la cosa! Salvo mi primer disco, que sale por el sello Ciclo 3 (que es de Lito Vitale).Todos mis discos fueron editados por mi sello Lurohome, o sea que tuve que hacer de productor, de mánager, de fletero, de arreglador, de músico, de diseñador… ¡tenés que hacer todo! Entonces se requiere mucha energía, concentración y no siempre se la tiene. Así que las cosas se fueron dando así. Igualmente no me quejo de nada.
Y respecto a mi rol de compositor: digamos que para mí componer música –al igual que tocar– ¡son cosas vitales! Es decir: yo no compongo música porque digo “Uy, quiero componer una canción”, sino que son maneras de expresar una necesidad creativa, así que me pongo a tocar. Si dedico 3 horas a tocar quizás aparecen 5 minutos de música (que puedo considerar que puede ser una canción). Por eso es que hay momentos que son para componer música. Otros son para darle más al instrumento, y todo se da por necesidades. Me encanta componer música, siento que me han salido buenas canciones, buenos temas (risas); y como los discos míos si bien no son temáticos quizá un poco conceptuales, algunos, en el disco “Adivino del Tiempo” hay una Vidala (que tiene letra de un músico de Jujuy que se llama Faba, y cantamos los dos). También hay un Candombe/Rap en un tema que yo le dedique a mi querido perro Tobías, que lo escribí yo y lo rapea un amigo (Pier Chacra). Y ¡son necesidades creativas! No me limito a que tenga que ser de determinado estilo, lo que sí busco, es que sea musical, que sea orgánico (que no sea un chiste ¿no?). Que exprese algo, que transmita un sentimiento al que lo escucha.  

En tus clases, clínicas, etc. ¿Qué sentís que buscan los alumnos de bajo hoy en día? ¿Hay diferencias entre los argentinos y los de otros países?
— Mirá, los músicos tenemos distintos intereses: no todos los músicos quieren lo mismo de la música o pretender buscar lo mismo. En este sentido los alumnos son todos diferentes. Hay músicos alumnos que están interesados en la práctica. Otros necesitan entender todo. En general yo les digo que tienen que estudiar, que si estudian les va a ir bien. Que lo más importante es expresarse con el instrumento.
Lo importante es que no hay que buscar una “contraprestación” al hecho de estudiar música (o estudiar). Uno tiene que estudiar porque si querés expresarte con tu instrumento tenés que manejarlo, tenés que controlarlo, tenés que sacarle mejor sonido, tenés que tratar de no gastar demasiada energía en el control del instrumento y concentrarte más en las ideas. Hay un mensaje que es: practiquen y traten de mejorar simplemente por el hecho del disfrute de hacer música. Después si eso depara algún tipo de cuestión que tenga que ver con lo laboral, con el trabajo de ser músico: es otro tema. Pero: no son “lineales” los consejos ¿no?
Y diferencias, la verdad es que ¡no las noto! Salvo, por ejemplo, cuando fui a  Berklee a dar clases, invitado por el Departamento de Bajo, me di cuenta que les interesa mucho cómo se toca el tango (como es el tango en el bajo eléctrico), o algunos ritmos folklóricos, etc., hay mucho interés por eso. Pero en cuanto a la técnica de cómo tocar, en todos lados es igual. Yo siempre hago hincapié en otras cuestiones más relacionadas al compromiso con la música, y entregarse a la música sin especulaciones de ninguna índole y tocar y disfrutar de la música porque eso es lo que nos hace bien y ser más felices.               

¿Hay alguna anécdota que recuerdes y quieran compartir con los lectores?
— Recuerdo varias, pero una que recuerdo fue con “Los Socios…” estábamos en Mendoza y hay un teatro que creo que es Independencia donde hay un hotel al lado. Entonces se iba del hotel al teatro por una especie de pasadizo. El teatro ya estaba lleno, nosotros parábamos en el hotel de al lado, entonces, cuando salíamos del hotel íbamos por ese pasadizo hasta los camarines y de ahí al escenario a tocar directamente. Nos avisan que hay que ir para el teatro, para el escenario, entonces salimos y el techo de ese pasadizo era como curvo (como si fuera una cueva) y mediría un metro setenta. Entonces vamos: Spinetta, El Tuerto y yo. Luis sale así, a paso rápido hacia el escenario. Y yo me levanto antes de tiempo y –como yo mido más de un metro setenta– ¡me golpeo contra el techo y me desmayo! Así que Spinetta y El Tuerto estaban en el escenario para tocar ¡y yo estaba desmayado! (risas) con un tipo que me alumbraba con una linterna que me decía “Decime tu nombre ¿sabés tu nombre?”. Así que estuve un rato hasta que más o menos me recuperé… tuvieron que salir del escenario y esperar que me recuperara y ahí pudimos hacer el concierto (risas).          

¿Cómo puede hacer la gente para escucharte y saber más de vos y tu actividad?

— Por Instragram @marcelotorresbajista

Por último ¿Qué te gustaría decirles a los lectores de nuestra revista?
— Comentarle a los lectores que está bueno que exista una revista que revise la historia de los músicos y ya sea por esta nota u otra, que sirva para incentivar a los músicos, a los pibes a estudiar, a crear música. Eso me parece una buena causa. Ese sería el mensaje.  

¿Conocías la música de Marcelo? Queremos conocer tu opinión.

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