Foto/PH: Carina Calilimon
Cantautor y tecladista, nacido en Tres de Febrero, Buenos Aires. Viene desarrollando su carrera solista presentándose en bares y centros culturales de la zona oeste y CABA. Con base en el rock argentino, rescata influencias de otros géneros que se plasman en canciones de su propia autoría.
En 2014 grabó su primer CD, «¿Quién dijo cómo es?» y en 2017 su segundo material llamado “Errante”.
— Hola Adrián ¿Cómo estás? ¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
— Hola, ¡todo muy bien! Actualmente estoy trabajando, por un lado, en la producción de temas nuevos para un demo que tengo la intención de grabar con mi banda en abril/mayo. Preparando lo que será un nuevo disco. Y, por otro lado, preparando la presentación de un EP que saqué a fines del año pasado que consiste en cuatro canciones basadas en poemas de Martín Coronado y que vamos a presentar en una producción junto a Leticia Arbelo (actriz) y Leti Fernández (escritora). Y por supuesto, lo cotidiano de todos los músicos: toques, estudio, ensayos, trámites, etc.
— ¿Cómo fue tu acercamiento a la música? ¿y al canto y al piano en particular?
— A los 17 años tomé el impulso de empezar a tomar clases de piano. Hasta ese momento solo fui un oyente de la música, sobre todo gracias a los discos que tenía mi hermano en mi casa. Y luego, al año aproximadamente, comencé con clases de canto. Creo que desde ese momento me interesé por crear canciones y expresarme a través de ambos instrumentos.
— ¿Quién o quienes fueron tus profesores?
— ¡Varios! En piano estudié casi ocho años con Javier Velárdez. Fue mi primer profesor. Luego estudié dos años con Pablo Vucetich y un año con Débora Barbuto. En el medio fui haciendo cursos, ensambles, seminarios, etc. Y en canto puedo mencionar a Miriam de Luca, Laura Jais y Nicolás Gabe. Y hace un año vengo trabajando con la cantante Roxana Amed con quién vengo haciendo un laburo muy importante de técnica vocal.
— ¿Qué música escuchabas cuando eras pequeño? ¿Y actualmente, con qué estilos o géneros te sentís más cómodo?
— Mi primer recuerdo cuando era chico es escuchar con un walkman una y otra vez “Euforia” de Fito Páez. Tenía 9 años y ese disco me encantaba y me sigue encantando. También recuerdo escuchar Spinetta, Piazzola, Stevie Wonder y un poquito más adelante, los primeros discos de Coldplay. Por otro lado, también tengo recuerdos muy lindos de escuchar chamamé en la radio junto a mi viejo. Creo que de ahí heredo cierta sensibilidad por la música. Respecto a los géneros, voy cambiando. Ahora estoy medio metido con algunas cosas de jazz, mucho Chet Baker. Pero al mismo tiempo toco en un ensamble de candombe uruguayo (risas). Digamos que el género que siempre está dando vueltas en mí, es el género canción, sobre todo de rock argentino. Y a partir de ahí, voy jugando con el resto.
— ¿A quiénes reconocés como referentes o influencias musicales?
— En mi música vas a reconocer fácilmente la influencia de Fito Páez, Charly García y Spinetta. Esos tipos son mi horizonte y son, para mí, quienes configuraron la canción popular argentina, urbana por lo menos. Después personalmente como músico me influencian todo el tiempo Tom Waits, Liliana Herrero, Radiohead, Ludovico Einaudi, y muchos otros.
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— ¿Qué nos podés contar de cada uno de tus dos discos como solista?
— “¿Quién dijo cómo es?” es mi primer disco, grabado en 2014. Es un disco que, si bien tiene bellas canciones de tipo intimistas, tuvo el objetivo de transitar la experiencia de grabar en un estudio, de escucharme la voz, buscar arreglos, ver qué pasaba en esa instancia. Luego, en 2017 y con el apoyo del INAMU, llegó “Errante” el cuál es un disco que me encanta y que considero que es, hasta ahora, mi mejor material. Lo grabé en Casa Frida con mi banda de ese momento: Pablo Alonso en batería y Alejandro Conde en bajo y como invitados Luis Motta en guitarra y Gregorio Quirós en cuerda de candombe. Es un disco donde hay un avance en la composición musical propia y ¡que recomiendo escuchar!
— ¿Dictás o dictaste clases?
— Sí, doy clases particulares de piano y también doy talleres de música en el Centro Cultural Arte y Vida de Martín Coronado.
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— ¿Creés que se puede actualmente vivir de la música (tocando en vivo y grabando)?
— Es difícil. Sobre todo si tenés tú propio proyecto. Y más en estos últimos años dónde hay una crisis económica y todos estamos con el mango justo y lo primero que se corta son las salidas. De todas maneras creo que si a tocar y grabar, le sumas algunas cuestiones paralelas como otros proyectos, dar clases, etc. Se puede.
— ¿Por qué considerás el arte como una herramienta de transformación social? ¿Qué actividades desarrollás en este sentido?
— Porque me parece que cuando es legítimo y humano, permite liberarnos, reconocernos y repensarnos individual y colectivamente. El mundo es muy desigual y el mercado nos vende el arte como una mercancía o algo para pasar el rato, mover el culo lo más abajo posible y nada más. Ahora, con las redes me da la sensación también de que todo se vuelve un poco superficial, efímero, fake. Hay algo de eso que me aterra. Perder lo humano. Para salir un poco de esto, me parece que es importantísimo generar espacios y contextos que den lugar a la expresión propia, de la comunidad, y que den acceso a propuestas artísticas que ayuden a visibilizar y problematizar. Particularmente hace 10 años formo parte del colectivo que sostiene la Asociación Arte y Vida, que es una organización autogestiva que lleva adelante estas ideas, poniendo el cuerpo.
— ¿Qué tan importante es el estudio en la formación de un músico? ¿Hay algún método que recomendarías porque te parece que no debería faltar para ser un buen músico/pianista?
— Pienso que el estudio es fundamental para ir desarrollando ideas y tener recursos. Si sos Spinetta podés no estudiar, que se yo, pero el resto de los mortales tenemos que ir desarrollándonos como artistas desde diferentes lugares. Para mi es tan soberbio aquel que dice que no necesita estudiar, como el que dice que si no estudiaste mil acordes no podes hacer una bella canción. Cuando hablamos de estudio no me refiero para nada a lo académico solamente. Mi formación es justamente no formal, pero nunca dejo de estudiar. El estudio es tomar clases particulares o en un conservatorio, participar de bandas, colgarse horas tratando de sacar un tema, hacer cursos, observar, sentarse a practicar escalas. Dicho esto, agrego: el estudio es una herramienta y punto. Entonces es quizás lo menos importante en un artista. Nadie paga una entrada para ver cuantas escalas sabés o qué digitación usas para tal acorde. Me aburren mucho los músicos que hacen eso. Hacer música es tratar de tocar ciertas fibras en uno mismo y en los otros para generar algo: un sentimiento, un pensamiento, una reflexión, un recuerdo.
— ¿Cuáles son tus planes a futuro?
— Grabar un nuevo disco y seguir tocando tanto en set solo, como con mi banda (compuesta por Fabricio Beltrame, Iván Sánchez y Pablo Alonso). Y seguir creando y sosteniendo mi locura musical con total libertad.
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— ¿Hay alguna anécdota que recuerdes y quieras compartir con los lectores?
— Luego de un recital en Chacarita, hace dos años, se me acercó una mujer un poco despintada, un poco borracha y un poco verborrágica y me contó que esa noche la habían dejado y que se había tomado un taxi y llegó hasta ahí sin saber muy bien por qué. Habló mucho, contó historias difícilmente comprobables y se fue en otro taxi sin destino. Es la historia que cuento en el tema “Al final es una historia de amor”.
— ¿Cómo puede hacer la gente para escucharte y saber más de vos?
— Siguiéndome en las redes (Instagram, Facebook). Y para escuchar mis canciones: Youtube, Spotify y Bandcamp.
— Por último ¿Qué te gustaría decirles a los lectores de nuestra revista?
— Que sigan leyendo la revista que hay mucha data importante. Y que escuchen mi música y si les gusta, ¡compartan! ¡Muchas gracias!
Y vos ¿conocías a Adrián? Queremos saber tu opinión.
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Músico, periodista y programador de PC. Fundador y director de la revista encontrArte Musical