Foto/PH: Freddy Berro
No estamos hablando de alguien nuevo en la escena musical argentina.
Nacido en Buenos Aires en 1957 supo ser –hasta hace poco– el músico más antiguo de la banda de León Gieco tocando bajo y charango desde 1982 y siendo previamente –desde 1979– su plomo y stage manager.
Integró el grupo Oveja Negra (de gran actividad entre el ‘82 y el ‘84) tocando la guitarra y cantando junto a Willie Campins en bajo y voz y a Osqui Amante en guitarra y voz. Uno de sus temas más famosos es «El blues de los plomos«.
Se dio el gusto de cantar junto a la gran Mercedes Sosa, y también con Celeste Carvallo, Nito Mestre y Juan Carlos Baglieto. Sus comienzos se remontan a sus 13 años cuando con Claudia Puyó formaban el dúo acústico «Ana Gris«.
Fue plomo del dúo Pastoral y también de Nito Mestre y los desconocidos de Siempre.
La cita fue en el Espacio Cultural “El Tipográfico” (Avenida San Juan 3246, CABA): Aníbal Forcada lo venía anunciando por redes sociales hace unos dos meses “¡resérvense el 29 de diciembre!”. Llegado el día y al finalizar el concierto –desde el escenario– recordó esa insistencia.
El Flyer –diseñado por Freddy Berro– iba cambiando periódicamente, al tener que agregar nuevos invitados, que se iban sumando a la lista…
¡Y qué invitados de lujo! repasemos: Miguel Ángel Erausquín (Pastoral), Jorge Durietz (Pedro y Pablo), Eduardo Fazio (Vivencia) y Willie Campins (Oveja Negra).
Lo que prometía ser una noche inolvidable –por la calidad y cantidad de los artistas reunidos– ocurrió…
Incluso más de lo que se esperaba: fue una noche mágica, llena de momentos emocionantes y de complicidad del público, que acompañó con sus voces las canciones, y con sus cariñosos aplausos cada una de las propuestas que se presentaron desde el escenario.
A las 22 hs puntuales, Aníbal pide silencio y anuncia el comienzo del concierto con la presentación –como telonero– de Mateo (que cumplía años ese día) junto a su banda.
Este joven –desde su voz y su guitarra acústica– fue disponiendo el clima.
A través de sus temas propios y sus letras que abordan temáticas sociales (diálogos de filosofía con un linyera amigo, exclusión, desaparecidos…) y promueven valores (respeto a los mayores, importancia del alma…).
Agradeció a los músicos “grandes próceres” del rock nacional argentino, de los que se sintió influenciado y –a la vez– continuador de su legado…
La banda, acompañó su propuesta con un sonido folclórico moderno donde se mezclaron voces y coros, bombo legüero, charango y quena, palo de lluvia y pezuñas de cabra, guitarra eléctrica, criolla y armónica.
Llegó luego el turno de Forcada, quien se sentó junto a sus vocalistas Claudia Marcela Florido y Mariana Macchiarolla, y Luis Morawski en guitarra y voz, para dar comienzo a una serie de emocionantes momentos que duraron el resto de la noche.
Bromeando sobre el hecho de tocar sentados “…como en otras épocas se hacía en los acústicos, vaya uno a saber por qué” arrancó presentando canciones de su autoría que luego formarán parte de su primer disco como solista, próximo a editarse.
La primera fue Cóncavo y convexo –de su compañera Claudia Florido– siguiendo con Debiera haber más y finalmente –la bella y sentida– Iluminándome (dedicada al nacimiento de su hijo Julián, de 31 años: “me tomé el tiempo para estrenarla”, bromearía).
Ya desde el comienzo se pudo apreciar un rico tratamiento vocal en las canciones, lo cual sería una constante durante todo el concierto.
Se sumaría luego su compañero de Oveja Negra –y amigo de toda la vida– Willie Campins en guitarra y voz para continuar con un hermoso set de cuatro canciones a dúo.
Comenzando con Amor Sublime de Oveja Negra, luego –la muy coreada por el público– Porqué cantamos, seguida de una original versión –a dos guitarras– de No soy un extraño de Charly García, para finalizar con otro tema de Oveja Negra: Nada que perder.
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Mientras subía al escenario otro gran invitado de lujo –Jorge Durietz– con su sombrero, guitarra y voz, Aníbal aprovecharía para comentar al público la dificultad que traía la humedad de esa noche para las voces, la afinación de las guitarras y las manos de los guitarristas…
Con Durietz en el escenario hicieron a dúo las bellas canciones Instrucciones y Catalina Bahía –del disco Conesa de 1972 de Pedro y Pablo–, para finalizar con –una potente y festejada– Marcha de la bronca nuevamente con el acompañamiento de los músicos y vocalistas.
Muy aplaudido fue el momento en que se convocó a subir a Eduardo Fazio, del recordado grupo acústico Vivencia.
Junto a su guitarra y su expresiva armónica nos interpretó dos emotivos temas: Los juguetes y los niños y En mi cuarto (el clásico con que los Vivencia “cerraban sus conciertos”, acompañado de Jorge Durietz quien sumó su voz).
Fazio recordó, visiblemente emocionado, que el interpretar esas canciones le hacían “sentir muy cerca la presencia de Héctor Ayala” (su compañero de dúo, fallecido en 2016).
Y como si esto fuera poco… la magia del dúo Pastoral volverá con la presencia de Miguel Ángel Erausquín.
Interpretando grandes clásicos de este grupo, como los bellísimos Triste y antigua dama, Humanos, En el Hospicio y –a pedido de un ferviente público– Girasoles de papel.
Expresó su gratitud hacia el cariño brindado por la gente, que lo emocionaba porque “lejos de pretender vigencia, es lindo ser recordados por la música.”.
Luego del concierto, en una pequeña charla informal nos revelaría que era una situación muy especial para él, ya que hacía mucho tiempo no interpretaba esos temas, debido a encontrarse alejado –en el sur de Argentina, donde actualmente reside– de su rol de músico profesional (siendo su trabajo el de docente musical).
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Y para culminar una larga noche de emociones con un potente toque “eléctrico”, se sumó “la banda” formada por tres de los cinco jóvenes integrantes del grupo Me quiero ir al infierno: Julián Forcada en bajo, Juan Carena en batería, y Nico Simone en guitarra eléctrica.
El resultado fue un arrollador final que incluyó las canciones: El agua acapara, Mientras vamos viajando, Por si llega la tristeza, Andando y –el clásico de Forcada– Blues de los Plomos (con la presencia Freddy Berro en armónica).
Ya en los bises, el gran Pappo tuvo su homenaje con El viejo
Y, para el final, todos los músicos participantes subieron al escenario para cantar junto al público Mañana Campestre el clásico de Arco Iris.
Nada más que decir.
Mientras los músicos participantes, con una gran humildad aceptaban los saludos y fotos con sus seguidores del público, guardamos en nuestros corazones un memorable concierto, para finalizar un complicado año 2018 en Argentina.
Y vos ¿estuviste ahí? ¿qué te pareció?
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Músico, periodista y programador de PC. Fundador y director de la revista encontrArte Musical
Volverán a presentarse éstos mismos músicos? Simplemente no estuve por aquí. Imagino, fué muy emocionante escuchar grandes glorias del rock nacional. Ojalá vuelva a darse éste espectáculo.
¡Todos esperamos que se puedan volver a presentar nuevamente! ¡Gracias Sandra por tu comentario! 😉
Muchas gracias Simòn por tu cuidada y detallada descripciòn del espectàculo ofrecido,fuiste parte del pùblico y te vi disfrutar y esa era la idea…El hecho artistico fuè cumplido ,superando mis propias expectativas.Gracias por la nota.
¡Gracias a vos Aníbal, y a todos los músicos que te acompañaron por hacernos vivir una noche mágica! 😉
Hola, muy buena selección de canciones y músicos
Felicitaciones
Y muy completo el relato
No hay video?
Hola Fátima… gracias por tus comentarios! Nosotros filmamos muy poco, solo algunos tramos… pero hubo varias filmaciones… estimo que deben estar subidas a las redes sociales… abrazo 😉